En un pequeño pueblo del norte, donde la llovizna nunca cesa y los secretos fermentan bajo el musgo, dos adolescentes desaparecen. Nadie vio nada. Nadie oyó nada.
Helena Barreiro y Sara Aguilar se enfrentan a un caso que pronto despierta ecos del pasado: hace veinte años, otra chica se esfumó en la misma zona, sin dejar rastro. Entre aldeas aisladas, montes envueltos en niebla y vecinos que callan demasiado, la Guardia Civil se adentra en una carrera contrarreloj donde cada pista parece un laberinto.
Mientras la investigación avanza, la lluvia fina —el orballo— cala poco a poco en todos ellos, revelando culpas antiguas, amores rotos y verdades que alguien haría cualquier cosa por mantener enterradas.
Porque a veces la lluvia no borra.
Lo revela todo.
El libro se ha publicado a finales de octubre, de momento su volumen de ventas le permiten estar situado en las primeras posiciones de Amazon en sus categorías
1. Uxía – Fin de curso
Ribadeo. Viernes, 21 de junio. 18:43 h
El calor de junio se pegaba a la piel como una promesa de libertad. Era ese tipo de día en el que el asfalto reblandece y el aire se siente denso, casi masticable. En el patio del colegio público de Ribadeo, los niños corrían con coronas de cartulina y camisetas pintadas a mano. Globos enredados en las ramas de los plátanos, música desde un altavoz distorsionado, padres sudorosos con bolsas de regalos improvisados. Todos celebraban el fin de la penitencia anual, sin sospechar que el silencio de las vacaciones sería distinto esta vez.
Uxía no prestaba atención al discurso de la directora. Tenía los ojos puestos en Mateo, que jugaba con la cremallera de su mochila como si escondiera dinamita. Mateo no era de planes; era de impulsos, pero este era diferente. Llevaban una semana ensayando la mirada exacta que debían compartir para activarlo.
—¿Todo listo? —susurró él sin mirarla.
Uxía asintió. El corazón le latía más fuerte que cuando tocaba la batería en las clases extraescolares. La adrenalina le cosquillea en la garganta. Era el secreto más grande que jamás había guardado. Era el plan perfecto. Diez minutos, sin hacer ruido, y nadie se daría cuenta. Solo tenían que esperar la distracción adecuada.
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English
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Translation in progress.
Translated by Lia Garcia
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