Eusebio Fosalba, Superior regional de la Congregación de Dominicos en el sureste de México, frente a los escándalos sexuales de sacerdotes, se ve inmerso en una disyuntiva emocional que le impulsa a diseñar una cruzada contra el celibato católico.
En torno a él, un seminarista aparece muerto dentro de un claustro franciscano en el que participaba de un retiro, al tiempo que es visitado por una extraña mujer dispuesta a todo, que amenaza su equilibrio mental.
De la forma más inesperada, recibe el apoyo que necesita para luchar en favor del humanismo dentro de la Iglesia católica, pero las increíbles fuerzas del conservadurismo ocasionan una colisión épica.
Tras el éxito de la fascinante novela El sacerdote ateo, Joe Barcala continúa con la saga “Herejías” al presentar Lujuria en la sotana como un paseo por las entrañas de una milenaria institución que esconde impresionantes misterios y que arrancarán un espasmo disruptivo al internarse en cada página.
Los elementos literarios de la obra completan e integran con elegancia una rapsodia de varios sub-géneros: suspenso, misterio, romance, histórico y chispazos cómicos que apasionan, además, por el realismo documentado.
Un laberinto de tiempos, lugares, personas y situaciones. Un tratado filosófico del sexo, la fidelidad, el amor y la moralidad que abre las cloacas más enquistadas de la cristiandad.
Está a unos días de ser publicado en AMAZON por primera vez.
Luego de la escena que Eusebio presenció el domingo de Resurrección en el retiro del claustro franciscano, lamentó varios minutos la decisión de Andrés por suicidarse aquella madrugada de luna llena, misma que no podía apreciar por quedar del otro lado del templo, pero que disfrutaron en su esplendor la noche anterior.
«¿Y si no fue un suicidio?», se preguntó aterrorizado. Cada vez que repasaba un recuerdo se dolía. Un arremolinado terror le invadía, su frente sudaba y cada célula se estremecía. Consideraba Consideró los motivos que llevaron a Andrés a quitarse la vida. También pensó que quizá fue muerto por un compañero, uno de los otros sacerdotes, los líderes evangelizadores que organizaron el retiro o posiblemente un empleado del claustro franciscano, tal vez para ocultar un accidente en el jardín librándose de verse involucrado. Eusebio derramó dos lágrimas más. Su corazón palpitó de súbito al pensar en los padres del joven, en su hermanita, en sus amigos y compañeros que por cuatro años compartieron momentos inolvidables dentro del seminario.
Luego pensó descolgarlo, pero él solo no podría hacerlo. La soga pendía de una gárgola de piedra que servía de desagüe a la azotea en la esquina más cercana a Eusebio, justo al final de la escalera. El patio central del recinto religioso tenía cuatro jardineras esquinadas que rodeaban una cruz de piedra de la altura de Eusebio, en el centro, en lugar de la típica fuente colonial. Atrás de la cruz, mirando hacia el templo adyacente, se encontraba encuentra el reloj de sol grabado con las horas desde las cinco y seis de la mañana hasta las cinco y seis de la tarde.
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English
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Translation in progress.
Translated by Lendy Araujo
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