Enterrados, la ciudad subterránea by Laura Pérez Caballero

Escucha, algún día los Enterrados se rebelarán contra los Privilegiados y ese día nada podrá evitar que cambien las reglas del juego.

Enterrados, la ciudad subterránea

Tras una catástrofe en la que la población mundial se ha visto drásticamente reducida, esta tiene que vivir en una ciudad subterránea. Poco a poco el exterior se va recuperando y parte de estos "Enterrados" pasan a vivir al aire libre, pero a cambio pierden la capacidad de reproducirse, lo que les lleva a crear un plan para que los Enterrados entreguen a sus bebés.

Mientras, un grupo de rebeldes trata de rebelarse ante esta situación.

Ana, una muchacha "Enterrada" de 19 años, se verá en la situación de ayudar a estos revolucionarios, a pesar de que para ello ella misma tenga que luchar contra sus propios sentimientos enfrentados.

Genre: JUVENILE FICTION / Science Fiction

Language: Spanish

Keywords: Young adult, distopía, rebelión, amor

Word Count: 109668 palabras

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Sample text:

 

 

Ana negaba sin cesar con la cabeza. Aquellas palabras eran de Vélez, de Fausto, no podían ser del doctor Beman ¿Es que el doctor también formaba parte de la resistencia?

—¿Sulla te está ayudando? —preguntó la mujer que sí había visto al muchacho en las escaleras.

Ana asintió.

—Mi hijo decía que era un buen muchacho.

Le dirigió una mirada por encima del hombro de Ana y sonrió. Sulla las observaba sin hacer ningún gesto, aunque ante la sonrisa de la madre del doctor levantó una mano en señal de saludo, tal vez de despedida.

—Tú no has tenido la culpa de nada —la madre de Beman le acarició el vientre—. Cuídate, Ana, sé que todo os irá bien.

Ana se sentía desfallecer. Aquello era lo que egoístamente estaba esperando. Quería ser exculpada por aquella mujer que estaba afrontando su destino de una forma tan valiente y tan digna. De nada serviría suplicar ante el presidente y ella lo sabía. Tampoco lo quería.

La mujer se volvió hacia el soldado que seguía de pie, frente a la puerta abierta. Le acarició la mejilla a Ana  con su mano de piel fina, casi transparente y luego salió delante del soldado y dejó a Ana rota, plantada en la misma entrada donde ella había visto al doctor Beman también por última vez.


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